Un viaje por la Costa Mediterránea para saborear la riqueza gastronómica de las Islas y conocer los procesos artesanales que hay detrás de sus productos.
Para quienes hemos crecido a orillas del Mediterráneo, las Islas Baleares son uno de esos destinos que aparecen en el imaginario al cerrar los ojos. Su proximidad a la península y su rica diversidad de paisajes lo convierten en un destino idóneo. Un lugar que nos demuestra que para disfrutar de las vacaciones no es necesario ir demasiado lejos. Al fin y al cabo, el turismo de proximidad nos recuerda sus valores incluso cuando no vamos en su búsqueda. Por todo ello, ahora que oficialmente queda inaugurada la temporada de vacaciones queremos hacer un viaje —aunque digital— por el territorio de las Islas Baleares para inspirarte y dar a conocer su rica cultura gastronómica.
Las prácticas agrícolas ecológicas, una de las raíces de la gastronomía balear
El clima de las Islas Baleares favorece una nueva forma de entender la cocina en la que se llevan a cabo métodos de cultivo y prácticas agrícolas ecológicas que mantienen una gran conexión con la tierra y un fuerte compromiso con la autenticidad y sostenibilidad. Esto permite la existencia de una amplia variedad de productos ecológicos. Veamos algunos de los más representativos.
Mallorca: oro líquido, vinos ecológicos y mucho más
En la amplia extensión de terreno que ofrece Mallorca, cerca de 40.000 hectáreas están dedicadas a la agricultura ecológica. Encontramos, por ejemplo, la granja orgánica Eco Sa Teulera, abierta a los visitantes y donde se pueden comprar varios productos orgánicos locales. Otro punto de venta es el Mercado de Santa Catalina, que ofrece una extensa variedad de alimentos: quesos, yogures, panes, pasteles, carne…
Más allá de los productos orgánicos, uno de los principales reclamos de la isla es su aceite de oliva con Denominación de Origen. Conocido mundialmente por su calidad, cuenta la historia que en el siglo XVI se convirtió en moneda de cambio durante más de 300 años. Son Moragues, Solivellas, Oli de Jornets y Llàgrima Verda son solo algunos de los productores locales.
Del aceite de oliva saltamos a otra riqueza líquida: el vino. Los viñedos ecológicos son otra de las nuevas tendencias que marcan la cultura agrícola sostenible de Mallorca. En una realidad social donde el vino adquiere un gran protagonismo en todo tipo de encuentros, cada vez valoramos más su procedencia de cultivos ecológicos.
Además de hacer todo tipo de catas, se pueden visitar dos viñedos que producen vinos biodinámicos: Mesquida Mora —dirigido por Barbara Mesquida-Mora— y Can Feliu, de Carlos Feliu. Ambos se encuentran en la localidad de Porreres y cuentan con la certificación Demeter, que da nombre a los vinos ecológicos más exquisitos.
Ibiza y su agricultura ecológica
Ahora tal vez parezca un sueño hedonista, pero antiguamente las verduras se compraban directamente a los propios agricultores. Había una curiosidad intrínseca por el proceso de producción orgánica. Esta experiencia se puede disfrutar ahora en Ibiza, porque en realidad nunca desapareció. La isla ofrece también la oportunidad de alojarse en una casa de campo rodeada de cultivos ecológicos, donde destacan las frutas, las verduras, los huevos y el aceite de oliva.
Asimismo, algunos de los trabajadores ofrecen visitas guiadas y degustaciones en las que podemos disfrutar de un desayuno o una cena hecha con ingredientes totalmente orgánicos procedentes de sus propios campos. Todos estos productos los podemos encontrar también en mercados artesanales y ecológicos que se celebran todas las semanas: el de Forada, Sant Joan y Sant Rafel son algunos de ellos.
Menorca y los viñedos ecológicos
De forma similar a lo que ocurre en Ibiza, en Menorca cada vez es más fácil tener acceso a productos frescos, de temporada y orgánicos gracias a que muchas granjas venden directamente a los consumidores.
Sin embargo, uno de los puntos fuertes de la isla es su compromiso con el vino. Sin ir más lejos, en el Hotel Torralbenc encontramos 14 hectáreas de campos de viñedos. Se ubica en una finca tradicional menorquina de los siglos XIX y principios del XX donde antiguamente se dedicaba la actividad a la ganadería y la agricultura. Hoy, esa finca se ha convertido en un espacio de agroturismo de lujo y una bodega que hacen de este lugar uno de los más especiales de la isla.
Desde el Hotel Torralbenc han creado una ruta slow en la que poder disfrutar con calma sus viñedos, sintiendo la combinación de olores del vino, los productos locales menorquines, la tierra y el mar.
Formentera: un vínculo con el mar y la agricultura de secano
La raíces de la gastronomía de Formentera se basan mayormente en el mar y la agricultura de secano. Por eso, no es de extrañar que sus platos sean fruto de la creatividad que surge al combinar ambas cosas. Hablamos de recetas tradicionales como la ensalada del agricultor con peix sec o el bullit de peix, un guiso de pescado con patatas. Todos esos productos se pueden degustar en granjas como Agroform, que cuenta con el distintivo de kilómetro cero.